De esquinas desgastadas
y amarillentas hojas,
la libreta llama mi atención.
Mis manos la parten curiosas, temblando,
sabedoras de los peligros
que como hienas acechan en silencio.
Consigo abrirme camino
entre letras y garabatos
de todos los tamaños y formas.
Hay palabras tímidas que apenas hacen
ruido,
cobijadas en paréntesis.
Palabras indignadas que airean a los cuatro
vientos
enfados, rencores y culpa.
Palabras quejumbrosas que sangran tu pena.
También palabras apasionadas que reclaman
al esposo.
Y sin saberlo, lo sé.
Estoy buscando el nombre de él,
De su Amado, mi Amado.
Y lo hallo.
Enredado su nombre al tuyo,
a tu corazón y tu pecho.
Mis ojos con horror lo leen
en otras manos, otros labios, otros muslos.
Y siento vergüenza
y una puñalada de traición,
y un aullido de dolor
que regurgita en mi garganta,
en mí.
La otra.
La otra. Cuánto hay dicho en esas dos palabras. Duelen.
ResponderEliminarUn abrazo
Neo, siempre, siempre gracias x leerme. Un abrazo linda!
ResponderEliminarEl final es rotundo.
ResponderEliminarHola Tracy. Me suelen salir así. Jeje. Gracias x leerme. Besos.
ResponderEliminarVas hilando poco a poco la historia hasta cerrarla con ese mazazo. Rotunda Mar, haces que uno sienta ese "la otra" en la misma piel.
ResponderEliminarBesos.
Guau! Qué bonita eres! Gracias por este hermoso comentario. Por leerme.
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