Con mis manos tu deseo resigo,
rastro de saliva y fuego aliviaron
cicatrices que otros abandonaron.
Tu devota lengua allí fue testigo.
Con mi deseo tus dedos persigo,
esos rayos de luz que calentaron
cavidades que varios despreciaron.
Tus solícitas manos yo mendigo.
Y ahora que todo es incertidumbre,
en la fiera distancia de tu cuerpo,
tu voz rastreo, cual hábil sabueso.
Mi mente vuelve a aquel instante cumbre
donde codicioso mi hambriento cuerpo
alimentó su sed de carne y hueso.
Me ha llenado tu inspiración.
ResponderEliminarGracias Tracy. Gracias por leerme. Buen día
EliminarUmmmm... Me gusta! Muakisssss
ResponderEliminarMarisilla, tú por aquí!!!!! Qué ilusión! Gracias por leerme amiga.
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