(Para O.)
Recuerdo aquella copa juntos.
Manos y mirada delataban
tu deseo.
Quedaba la noche...
Me regalaste tus poemas
de pesadillas y sueños.
Y así me enamoré entonces
del habitante de tus versos
y te dejé entrar en mi vida.
Dejábamos de estar a destiempo.
Quedaba la noche...
Quise ser esa mujer que clamabas
desde tus letras y tu soledad.
Quise ser los labios,
dulces y salados,
la mano, la piel,
los ojos que
amaban tus ojos.
Deseé ser la mujer y
que tú fueras
el hombre de mi sueño.
Amanecimos solos...
Amar es lo que queda.
Recuerdo aquella copa juntos.
Manos y mirada delataban
tu deseo.
Quedaba la noche...
Me regalaste tus poemas
de pesadillas y sueños.
Y así me enamoré entonces
del habitante de tus versos
y te dejé entrar en mi vida.
Dejábamos de estar a destiempo.
Quedaba la noche...
Quise ser esa mujer que clamabas
desde tus letras y tu soledad.
Quise ser los labios,
dulces y salados,
la mano, la piel,
los ojos que
amaban tus ojos.
Deseé ser la mujer y
que tú fueras
el hombre de mi sueño.
Amanecimos solos...
Amar es lo que queda.
Muy bello, querida Mar. Un abrazo!
ResponderEliminarGracias Elvira por pasarte y leerme. Un abrazo!
ResponderEliminar